Energía para la democracia. La cooperativa Som Energia como laboratorio social.
Sebastià Riutort Isern, Los libros de la Catarata/Fuhem ecosocial, colección Economía crítica y ecologismo social, Madrid, octubre 2016
Energía para la democracia es un ensayo que plantea un recorrido por la forma de producir electricidad y las alternativas para consumirla hoy día en España. El libro nos presenta un panorama que la mayoría de nosotros no conoce al detalle, a pesar de que nos afecta en lo cotidiano. Porque ¿cuántas veces al día pulsamos el interruptor de la luz, abrimos el grifo del agua caliente o encendemos el fuego para cocinar?
Sebastià Riutort Isern comienza por señalarnos la inextricable relación entre energía y economía, y entre economía y sociedad. Aunque tradicionalmente se consideran ámbitos separados, la realidad es que todos están conectados: el tipo de energía disponible condiciona el desarrollo de la economía (el capitalismo está ligado la disponibilidad de energías fósiles baratas y abundantes). E indudablemente, el tipo de economía configura la sociedad.
Así las cosas, los ciudadanos deberían poder decidir qué tipo de sociedad quieren, para lo que se hace necesaria una reflexión previa sobre el tipo de economía que la mayoría queremos así como sobre la energía que la alimentará.
Sin embargo, Sebastià Riutort Isern nos explica que los ciudadanos nunca hemos tenido la oportunidad de decidir sobre tan importantes asuntos.
En España, como en el resto del mundo, unos pocos individuos se apropiaron de los recursos (carbón, gas, petróleo) a los que, por no estar disponibles libremente en el entorno, los ciudadanos no podían tener acceso –como sí lo tenían antes a la leña o al viento–. Al producirse un cambio de modelo energético, de energías que se encontraban a libre disposición hacia otro en el que no lo estaban, las personas dependen cada vez más de terceros para tener acceso a una energía sin la que una vida digna resulta imposible.
Como consecuencia, «La población se encuentra desposeída lease privada no sólo de un recurso indispensable para garantizarse una existencia digna sino también de la capacidad de ejercer un control democrático del modelo de provisión.»
El sistema eléctrico español se ha ido desarrollando de acuerdo con la era fósil y nuclear que ha caracterizado el siglo XX. Desde sus inicios, y bajo la lógica de la centralización, se ha basado principalmente en la construcción de grandes centrales hidroeléctricas, centrales térmicas de combustibles fósiles (principalmente de carbón y fuel oil) y centrales nucleares. Básicamente este mix de generación se ha mantenido estable hasta finales de 1990, momento en el que empiezan a introducirse manera gradual las tecnologías renovables.
Concentrada la producción de energía en unas pocas y ambiciosas manos, el precio de la electricidad se ha encarecido más del 50% en los últimos diez años en España. La solución podría pasar por la autogeneración, pero los diferentes gobiernos (y en especial el del Partido Popular) han dictado medidas «que dificultan la emancipación energética y mantienen a los ciudadanos cautivos de un modelo eléctrico privatizado que no controlan.»
Porque la transición energética hacia las energías renovables no sólo representa un escenario de transformación energética sino también un potencial escenario de transformación social y política.
Por eso Energía para la democracia analiza el modelo empresarial de Som Energía.
Som Energía hunde sus raíces en la economía social y solidaria (a la que el libro dedica un amplio análisis), de modo que su modelo se aleja de la visión mercantilista que todo lo impregna. Su objetivo es suministrar energía, no rendir beneficio a unos accionistas, por eso cualquiera de sus usuarios puede unirse a la cooperativa, gestionada de forma transparente y horizontal.
Al tiempo les mueve un afán de democratización. Si la energía es central en nuestra sociedad, los ciudadanos deberían poder decidir cómo se produce, si desean modos de gestión más sostenibles y respetuoso con el medio y las personas y si es justo que miles de personas vivan en un estado de pobreza energética para que otros aumenten sus beneficios.
Sebastià Riutort Isern analiza de manera pormenorizada el nacimiento, funcionamiento y estrategia de Som Energía, a la vez que repasa sus debilidades: las que podrían hacerles sucumbir en un mercado muy competitivo donde además su modelo no es bien recibido; y las que podrían hacerles perder ese norte de democratización y vocación de servicio público que les caracteriza.
Energía para la democracia es un libro que todos, en cuanto consumidores de energía, deberíamos leer para aprender un poco más sobre cómo funciona nuestro modelo energético y cómo funcionan las grandes empresas que nos la proporcionan (sí, de una manera bastante opaca y en connivencia con los gobiernos). Y aprender de paso la importancia de implicarnos para convertir en democrático y sostenible algo que usamos a diario y sin lo que no podríamos vivir.